sábado, 27 de septiembre de 2014

Se hará justicia. Devocional John Piper 05/10

 

Romanos 12:19: "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor"

 

Todos nosotros hemos sufrido alguna afrenta en algún momento. La mayoría probablemente ha sido herida gravemente por alguien que nunca se disculpó ni hizo nada suficiente para enmendar las cosas.

Y una de los obstáculos más profundos para dejar ir esa herida y amargura es la convicción justificada de que debería hacerse justicia, de que el mismo tejido del universo se desgarraría si la gente simplemente pudiese escaparse después de cometer daños horribles y engañar a todo el mundo.

Este es uno de los obstáculos para el perdón y para dejar ir el rencor. No es lo único, ya que también tenemos que tratar con nuestro propio pecado, pero es algo muy real.

Tenemos la sensación de que si simplemente lo dejamos correr, estaremos admitiendo que la justicia no se hará. Y no podemos hacerlo.

Así que retenemos el enfado, y volvemos a repetir la historia una y otra vez con los sentimientos: nunca debería haber pasado, no debería haber pasado. Estuvo mal, ¿cómo puede ser esa persona feliz cuando yo estoy tan triste? Está mal, ¡está tan mal!

La palabra de Romanos 12:19 es dada para quitar esa carga de nosotros.

"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios" ¿Qué significa esto para nosotros?

Dejar la carga de ira, dejar de lado la práctica de alimentar el daño con los sentimientos de haber sido tratado mal. Dejar eso no significa que nunca te hiciesen un mal grande.

No significa que no haya justicia. No significa que no serás vindicado. No significa que se vayan a ir sin consecuencias. No.

Significa que cuando tu sueltes la carga de venganza, Dios la va a recoger. Y esto no se trata de una manera sutil de conseguir venganza, sino que se trata de entregársela a aquel a quien pertenece.

Se trata de respirar profundo, quizás por primera vez en décadas, y sentir que ahora, por fin, eres libre para amar.

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