domingo, 31 de mayo de 2015

Como ministrar a alguien que lucha con la atracción al mismo sexo

Por Dennis Jernigan

Crecí en la iglesia ... literalmente no recuerdo un tiempo en el que no haya ido a la iglesia. Había sido dotado musicalmente, con la habilidad para tocar el piano, y había encontrado un lugar para servir desde mi más temprana edad. También luchaba contra la atracción al mismo sexo, la homosexualidad.

Imagina mi terror cuando, a los 10 años de edad y ya sabiendo mi lucha, escuché por casualidad a los hombres que habían construido en mi mente la imagen de Dios, empezar a hablar de la homosexualidad. Eran los hombres que me habían formado y enseñado desde que puedo recordar. Así que cuando los escuché describir lo que pensaban de alguien como yo (incluso aunque no sabían que estaban hablando de de mí) mi reacción fue simple: estos hombres conocen a Dios, y odian a la gente como yo. Dios debe odiarme. No sentí ninguna esperanza de ayuda en absoluta que pudiese venir de ellos o de Dios, ni sabía hacia donde ir, y por tanto pasé demasiado tiempo de mi vida intentando comportarme de forma que recibiese la aceptación y la afirmación de otros ... especialmente de otros hombres.

Recuerdo haber escuchado muchas veces en mis años de formación muchos sermones de fuego y castigo, y a menudo los homosexuales eran los que lideraban la multitud que iba al infierno. Al no escuchar ni una pizca de esperanza para mi situación de nadie, no tuve otro recurso que distanciarme en mi relación de cualquiera que se pudiese acercar demasiado ... cualquiera que pudiese averiguar mi abominación. Asumo la responsabilidad por lo que elegí ... pero el otro lado de la moneda es que la iglesia me apartó debido al miedo y la ignorancia. Una de las cosas más tristes que encara el cuerpo de Cristo hoy día, es que muchos hacen esto sin darse cuenta de lo que están haciendo.

Después que me gradué de mi universidad cristiana en 1981, me encontré en una relación homosexual. Por este tiempo me había rendido a la idea de ser capaz de cambiar y, tal y como pensaba la mayoría del mundo, asumí que el cambio no era posible. Asumí que esta era la forma en que se suponía que tenía que ser. Mi suposición era que al rendirme a mi identidad homosexual, encontraría la paz. ¡Me equivoqué! Me sentí utilizado la mayoría del tiempo. El amor que me profesaban parecía ser más abusivo y egoísta, que un autosacrificio genuino. Al quedar desilusionado con la comunidad y planteamientos gay, me volví a buscar a Dios. Un amigo me invitó a vivir con él al final del verano de 1981, y pronto descubrió mi secreto. En lugar de rechazarme y humillarme (que era a lo que estaba acostumbrado), hizo algo que, honestamente, nunca había visto antes. Extendió hacia mí el amor práctico y real de Cristo.

¿Cómo lo hizo? Me dijo que me amaba sin importar cuál fuese mi lucha. Me dijo que no conocía todas las respuestas a mi dilema ... pero que si conocía la RESPUESTA (con mayúsculas). Me dijo que caminaría encantado conmigo hacia Jesús, durase lo que durase, y a través de cualquier camino que nos deparase el viaje. ¡Me dijo que caminaría hacia Jesús conmigo! ¡cuán simple! ¡Cuánto poder para un alma sin esperanza! ¡Cuán amoroso! ¡Cuán generoso! ¡Cuán como Jesús! Fue su respuesta y la intervención divina del amor de Dios lo que me llevó al arrepentimiento el 7 de Noviembre de 1981.

Después de que, en 1981, el Señor me liberó (o debería decir, comenzó a liberarme - o quizás las dos cosas), tuvieron que pasar 7 años más antes de ganar la suficiente confianza como para compartir con otros cómo Cristo me había redimido, porque, simplemente, tenía miedo de cómo me tratarían los cristianos. Aunque encontré mucha aceptación, también encontré que muchos mantenían la distancia conmigo (especialmente los hombres cristianos). Imagino que pensaban que mi antigua vida se les podía pegar, o algo así. Las buenas noticias son que no es así.

¿Por qué comparto estas cosas? Creo que me habría ahorrado años de tormento y sufrimiento si hubiese escuchado alguna vez, cuando era niño, que había esperanza. Para la gloria de Dios, Él me permitió pasar por lo que pasé ... y me siento inclinado a contar mi historia una y otra vez, porque no quiero nunca que otro joven (o cualquier persona de cualquier edad) sienta que no hay esperanza para el cambio. Dios nos ha llamado a ser sal y luz. La sal preserva y añade sabor, y quiero ver vidas preservadas y llenadas con el buen sabor del amor redentor de Dios. Mi deseo es hacer brillar la luz del amor de Dios en lugares donde la mayoría no se atreve a ir, porque nunca han experimentado la homosexualidad.

Y ahí está la trampa. El cuerpo de cristo ha creído la mentira de que tenemos que haber experimentado la homosexualidad (o cualquier cosa por la que haya pasado el temido pecador) para ayudar a alguien a vencer. ¡Mentira! Dios nos ordena amar, no juzgar. La mayoría de los cristianos, ya sea que lo admitan o no, juzgan que los homosexuales no tienen esperanza ... y asignan un grado más alto de pecaminosidad al comportamiento homosexual que a su propio pecado, el que inicialmente los separaba de Dios. ¡El pecado es pecado! Pero el mayor error que cometen la mayoría de las personas, es que asignan una identidad moral al comportamiento homosexual, y nunca miran más allá de la superficie a lo que es verdaderamente la raíz del comportamiento homosexual.

Cuando miro hacia atrás, a mi viaje hacia la libertad, la homosexualidad no era la raíz de mi pecado. El comportamiento homosexual viene de necesidades humanas reales que no están siendo satisfechas. El comportamiento homosexual se arraiga cuando esas necesidades se satisfacen en formas que el Señor nunca tuvo intención que se produjesen. Mi propio comportamiento se desarrolló muy temprano en mi vida. Era alguien muy sensible emocionalmente y con un don y una inclinación artística (ambos dones de Dios). Pero otros me percibían como alguien afeminado, y así me lo decían, lo cual reforzaba mis propios pensamientos. Mi personalidad era muy melancólica, y la cultura en la que vivía (que era rural y muy conservadora), proponía e idolatraba una imagen de hombre muy macho, que contrastaba con mi propia percepción, incluso cuando era un niño pequeño. Pero el fondo de todo, era en realidad mi percepción de quién era yo. Mi identidad estaba donde la raíz de las mentiras que Satanás decía con respecto a mi identidad masculina se agarraba. Como un hombre piensa en su corazón, tal es él (Proverbios 23:7).

La realidad es esta: todo ser humano que haya existido jamás lucha contra las mentiras acerca de su propia percepción. Debido a las diferencias de personalidad y a la forma que somos criados (o en la que no lo somos) se determina el camino por el que nos conducirá nuestro propio pecado. Cuando conseguimos entender esa realidad, ninguno de nosotros es en realidad tan diferente de otra persona. Todos necesitamos a un Salvador. Como existen muchos grandes libros respecto al tema de entender como se desarrolla la identidad y el comportamiento homosexual, no voy a elaborar ese punto. Mi objetivo en escribir esto es animar al lector a que deje de juzgar, y comience a practicar el amor de Cristo hacia aquellos que luchan con la atracción hacia el mismo sexo.

El juicio es para Dios. Nuestro mandamiento es amar. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación con alguien que sabes que es homosexual, sin intentar buscar una salida para escapar? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste sentir a tu compañero de trabajo homosexual que el valía un poco de tu tiempo? ¿Cuando es la última vez que llamaste a la puerta de tu vecino homosexual y le ofreciste unas cuantas galletas recién cocinadas? ¿Cuándo es la última vez que vista a un homosexual como a un humano, o como una creación de Dios que necesita un salvador?

Debido a la naturaleza de mi historia y de mi ministerio, recibo montones de mails de jóvenes y ancianos, de ricos y pobres, de doctores, abogados, entrenadores de fútbol, policías, madres, pastores y líderes de alabanza ... que me dicen que luchan con la atracción hacia el mismo sexo, ¡pero que no encuentran a nadie con quien hablar! ¿No debería ser el cuerpo de Cristo el PRIMER lugar al cual alguien necesitado pudiese ir? Es como si a la iglesia le encantase decir "¿Qué haría Jesús? - excepto si eres homosexual". Necesitamos arrepentirnos. Hablo con gente todas las semanas, que jamás cruzarían la puerta de una iglesia a causa de las personas que están dentro.

Una cosa más: Me entristece el número de pastores y líderes de alabanza que al ser "descubierto" que luchan con la homosexualidad, son echados fuera sin ni siquiera una oferta de redención o ayuda. "¿Qué haría Jesús?" En la mayoría de los casos, si nos guiamos por lo que parece ser el estándar en la iglesia de hoy, desecharíamos la "vil abominación" y nos distanciaríamos de un alma herida ... dañando más y aplastando la esperanza.

Así pues ¿qué hemos de hacer cuando nos vemos frente a un amigo, pastor o miembro de la familia que tiene esta lucha? ¿Los descubrimos y nos deshacemos del "problema" o hacemos la obra del ministerio que Dios ha llamado hacer a todos los creyentes, el ministerio de la reconciliación? La Palabra de Dios es bastante clara en esto:

2 Corintios 5:18-19
18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

¿Descubrimos el pecado y humillamos al que lo comete? ¿Querrías que tu pecado fuese expuesto, o preferirías que alguien se acercase a ti en amor y ofreciese una mano de ayuda, una forma de salir sin ser públicamente avergonzado? Creo que sabes la respuesta. Dios es amor. Somos creados a Su imagen. Él es Dios. Nosotros no lo somos. Seamos como Él y bajémonos del trono de nuestro propio corazón cuando se trate de juzgar si el pecado de otro es digno o no de redención. La forma más rápida de apagar un corazón es traicionar su confianza. ¿Verdad? Entonces, ¿por qué continuamos pensando que contar al mundo alrededor las faltas de otros lo llevará a liberarse de su pecado?

Proverbios 17:9
El que cubre la falta busca amistad; Mas el que la divulga, aparta al amigo.

Después de que el Señor me liberó, tuve que volver y confrontar una situación de mis días universitarios. Alguien que estaba en autoridad sobre mí, me había violado. Antes de contar a las autoridades pertinentes lo que me habían hecho y quien me lo había hecho, les pedí que le ofrecieran al que me había violado la oportunidad de consejería como parte del proceso. Los que estaban en autoridad, resultaron ser cristianos y ofrecieron su ayuda. Fue confrontado en amor y se le ofreció ayuda, y la rechazó ... pero creo que en el proceso se honró a Dios. Mi esperanza es que esta persona viese el amor de Cristo y recibiese la ayuda que necesitaba después de que se tomó la acción disciplinaria.

Proverbios 10:12
El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas.

Cuando sospechamos que un creyente está involucrado en comportamiento homosexual, necesitamos practicar los pasos de restauración que se encuentran en Mateo 18:15-17. Ve a tu hermano o hermana en privado. Si él o ella escucha, lo has ganado en amor. Si no escuchan, entonces toma uno o dos más contigo para que sean testigos y haceros responsables unos a otros de compartirle la verdad en amor. Si se niega a escuchar, cuéntalo al cuerpo de creyentes del que formen parte, para que el cuerpo se una y con amor llame a la persona en cuestión al arrepentimiento ... y si aún se niega a escuchar y arrepentirse, trátalo como a los gentiles y recaudadores de impuestos. ¿Y cómo trataba Jesús a los gentiles (no judíos) y los recaudadores de impuestos, que eran despreciados por la sociedad? ¿Como pecadores? ¡Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo con tales pecadores! Eso es lo que hacía. Se relacionaba con ellos. En nuestra interpretación moderna, los aislamos y nos lavamos las manos de ellos.

Cuando se trata con pecadores de cualquier tipo, los creyentes hemos acuñado una frase en "cristianés": "Ama al pecador, odia el pecado". El único problema con esto es que la mayoría de la gente no habla "cristianés". Cuando alguien que lucha contra la homosexualidad escucha a un creyente decir eso ¿cómo no se lo va a tomar como odio y reproche? Piénsalo. Un homosexual cree que su homosexualidad es "lo que él es". Es como decirles que son odiados por ser lo que son. Hasta que el que está en la lucha no llegue a un lugar donde pueda separar su comportamiento de su identidad, esta frase es una manera segura de de cerrar las puertas a ministrarlo.

Una cosa más: tenemos que ver a cada persona como Dios la ve, sin importar lo desesperanzada que sea la situación o lo militante que nos pueda parecer en su homosexualidad. No hay necesidad de discutir con el homosexual militante. Vístete de amor y discierne cuando hay que apartarse y cuando hay que ofrecerle un vaso de agua fría en el nombre de Jesús. La aspereza y el temor que sentía de la buena gente de la iglesia es lo que me apartó del Señor. Fue el amor y amabilidad de Dios expresada a través de un amigo que no me juzgaba la que me llevó al arrepentimiento.

Romanos 2:1-4
1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. 2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. 3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? 4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

Traducido de: https://www.dennisjernigan.com/how-to-minister-to-someone-who-struggles-with-same-sex-attraction


No hay comentarios: