jueves, 16 de noviembre de 2017

Zorobabel, el anillo de sellar de Dios

Hageo 2:23 

En aquel día, dice el Señor de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice el Señor, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice el Señor de los ejércitos.

Hageo habló al pueblo de Judá para alentarnos a que trabajasen en la reconstrucción del templo después de que comenzaran de nuevo bajo el mandato de Zorobabel y Josué (ver Hageo 1:12 al 2:9). Estas palabras de aliento se produjeron al pasar un mes de comenzar las obras, y Hageo dijo que la gloria final de este segundo templo sería enorme si el pueblo confiaba en el Señor.

Pero esa no era la última palabra de Dios a través de Hageo acerca del templo. Dos meses después, Hageo volvió a motivar al pueblo durante el proceso de reconstrucción (Hageo 2:10-19). En total, fueron cuatro oráculos los que dio: uno para que Judá continuara con la reconstrucción, un segundo para mantener funcionando la obra, un tercero para presionar a los judíos para que se esforzarán, y el cuarto para motivar a Zorobabel (Capítulo 2, versículos 20 al 23).

Este oráculo expone las consecuencias de dejar el trabajo a medio terminar. Bajo el antiguo pacto, un objeto inmundo contaminaba cualquier cosa que tocaba (Levítico 5:2, 11, 15). Tal como Hageo expone, esta contaminación podía pasar hasta a un tercer objeto: una persona se contaminaba al tocar un cuerpo muerto, que es algo inmundo. Luego, esa persona contaminada, contaminaba cualquier cosa que tocase (Hageo 2:13). Un templo descuidado y sin finalizar era impuro porque había sido tocado por personas contaminadas que habían mostrado su contaminación (su falta de fe) desobedeciendo la instrucción de Dios para finalizar el templo. Mientras el templo permanecía impuro, contaminaba la tierra, resultando en desastres naturales y una reducción de la producción agrícola (versículos 14-17). Un comentarista equipara el templo sin finalizar con un cuerpo en descomposición que contamina todo lo que está a su alrededor mientras siga descomponiéndose, mientras siga su estado "a medio terminar".

Pero si el pueblo mostraba verdadera fe obedeciendo al Señor y reconstruyendo el templo, no habría impureza que contaminase la tierra, y Dios los bendeciría (versículos 18 y 19). Como la falta de fe es la mayor impureza, esto también significaba que el pueblo no podía desobedecer y confiar en un templo finalizado como si fuese un talismán para guardarse de los problemas. Eso es lo que hizo la comunidad judía antes del exilio, y Dios les envió al exilio porque el fracaso del pueblo a la hora de confiar en Dios contaminaba la tierra.

Hageo concluye con una palabra mesiánica a Zorobabel, diciendo que Dios lo exaltaría enormemente (versículos 20 al 23) pero el profeta no se refiere solo a la persona misma de Zorobabel. Los profetas a menudo prometen el regreso de David, el primer gobernante de Israel designado solo por Dios antes del exilio, pero la persona a la que se refieren realmente es uno de los hijos de David, como se profetiza en 2 Samuel 7:1-17. Hageo promete el trono a Zorobabel, el primer gobernante de Israel designado solo por Dios tras el exilio, pero la persona que está en mente es en realidad uno de los descendientes de Zorobabel.

La promesa de Dios para exaltar a uno de los descendientes de Zorobabel se cumple en Cristo Jesús, que es el descendiente de David a través de Zorobabel (Ver Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38). Cristo ha sido exaltado a la diestra de Dios el Padre Todopoderoso, cumpliendo las palabras de Hageo. Como la promesa a Zorobabel se ha cumplido, podemos confiar en que el Señor guardará todas sus promesas, es decir, que nuestra gloria como casa suya será un día mayor que cualquier templo previo.

Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/zerubbabel-lords-signet-ring/

1 comentario:

Unknown dijo...

La fé en cristo que es fortaleza.